- El astrónomo.

A la sombra de un árbol, mi prima y yo vimos un ciego, sentado allí solitario. 
- Mira - dijo mi prima - : ése es el hombre más sabio de nuestra tierra.
Me separé de mi prima y me acerqué al ciego.
Lo saludé. Y conversamos.
Poco después, le dije:

- Perdona mi pregunta: ¿desde cuándo eres ciego?
- Desde que nací - fue su respuesta.
- ¿Y qué sendero de sabiduría sigues? - le dije entonces.
- Soy astrónomo - me contestó el ciego.
Luego, se llevó la mano al corazón, y dijo:

- Sí; observo todos estos soles, y estas lunas, y estas estrellas.